Cuando hablamos de inteligencia emocional hacemos referencia a la capacidad que posee una persona para comprender sus emociones y la de los demás, siendo habilidoso en su control y modificación para que éstas sean constructivas y no hirientes, para sí mismo y para otras personas. Por consiguiente, no se simula ni se ocultan las emociones, sino que se modifican para que sean funcionales y equilibradas, permitiendo no anclarse en ellas destruyéndose psicológicamente, sino enriqueciéndose A partir de las que surgen en los contratiempos que van apareciendo.
¿Por qué uno de los alumnos más listos de la clase probablemente no será el mejor profesional en su futuro?
Normalmente damos mucha importancia al cociente intelectual para el éxito profesional, pero deberíamos tener más en cuenta la inteligencia emocional.
Cada generación es más inteligente, posee un mayor cociente intelectual.
Los padres apuntan a sus hijos a multitud de tareas extraescolares creyendo así que van a tener un mayor éxito profesional.
Pero hace tiempo se cambió esta concepción, atribuyendo a la inteligencia emocional una mayor importancia para el éxito personal, que tener un alto cociente intelectual. En los ámbitos en los que se aplica a reflejado el valor que tiene la inteligencia emocional.
Por ejemplo, así ocurre en el ámbito empresarial el que se dieron cuenta que son otras capacidades las necesarias para el éxito en la vida. En el último estudio que se ha realizado se concluyó que, en el cociente de éxito, intervienen un 23% de nuestras capacidades intelectuales, y un 77% de las aptitudes emocionales.
Leticia García
Psicóloga