EL AMOR Y NUESTRO CEREBRO

corazon droga

El amor ha sido, desde siempre, un tema central para la humanidad, sirviendo de fuente de inspiración para la poesía, la música, la pintura y el arte en todas sus formas. En los últimos años, gracias al desarrollo de modernas técnicas de imagen que permiten observar directamente lo que pasa dentro de nuestras cabezas, el amor se ha convertido en un tema de interés también para la ciencia.

Las investigaciones que se realizan desde el ámbito de las neurociencias no nos hablan sobre el amor como lo hace la poesía o el cine: reduce este conjunto de sentimientos a sus elementos más básicos que pueden ser encontrados en nuestro cerebro (y en nuestro sistema nervioso en general). El objetivo aquí es tratar de extraer conclusiones sobre este que se puedan aplicar a prácticamente cualquier persona, independientemente de cuál haya sido su historia.

El amor entendido como una droga.

Uno de los descubrimientos más chocantes de los muchos que se han realizado sobre la neurociencia del amor es que, en nuestro cerebro el enamoramiento tiene un efecto muy similar al de una droga. Cuando nos quedamos prendados de alguien, nuestro cerebro aprende a segregar por sí mismo una gran cantidad de sustancias que producen un estado de éxtasis agudo, que llega de repente. Éstas sustancias son la oxitocina, la serotonina y la dopamina, elementos que nuestro cerebro utiliza constantemente en mayor y menor medida para hacer que nuestras neuronas se comuniquen entre sí.

La oxitocina, por ejemplo, aparece en gran cantidad en momentos de intimidad en los que se establecen relaciones amistosas o de protección. De hecho, algo tan simple como mirarse a los ojos durante unos cuantos segundos hace que los niveles de oxitocina crezcan mucho.

Pero la dopamina es la que está más involucrada en esta sensación de euforia. Su liberación en grandes cantidades nos llena de bienestar y hace que en el futuro intentemos repetir la experiencia. ¿Y qué partes del cerebro se ven más afectados por estos cambios repentinos? Curiosamente, son exactamente los mismos que están implicados de un modo más directo en el efecto que las drogas como la heroína tiene en un cerebro humano. Este conjunto de regiones cerebrales se llama sistema de recompensas.

El sistema de recompensas está ubicado en el seno del sistema límbico, que es la parte de nuestro cerebro responsable de generar emociones, el sistema de recompensa es, básicamente, lo que hace que orientemos nuestras acciones hacia ciertas metas y no hacia otras.

La reacción en cadena que producen las sustancias químicas que aparecen en gran cantidad cuando estamos cerca de esa persona que queremos no solo producen un placer; también generan una sensación de recompensa.

El enamoramiento también crea un tipo de dependencia. Si después de habernos enamorado de alguien, esta persona desaparece o deja de estar tan disponible como habíamos anticipado, permanecemos un tiempo no solo tristes, sino incapaces de experimentar momentos de bienestar significativo.

Etiquetada como